Desde la época de los apóstoles, la Iglesia ha considerado esencial transmitir una «sana enseñanza»
que no distorsione la fe y el amor que se encuentran en Jesús. |
Sana enseñanza sobre la fe y el amor |
En primer lugar, en la Sagrada Escritura, inspirada por el Espíritu.
En segundo lugar, se apoya en la Tradición viva de la comunidad eclesial, que es anterior a la Biblia, y que no puede contradecir la Sagrada Escritura.
En tercer lugar, usa la razón, pues si nuestra razón no fuera compatible con Dios y lo que él nos revela y comunica, no podríamos entender su voluntad.
El Magisterio de la Iglesia – el Papa y los obispos – es responsable de velar para que la unidad y autenticidad de la fe no se deteriore por ideas contrarias o equívocas.
El deseo constante de Jesús era hacer la voluntad de Dios.
Así la Iglesia se esfuerza por entender y cumplir la voluntad de Dios.
2 Timoteo 1: 13-14
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