Domingo de la Divina Misericordia

La fe que vence al mundo
«Reciban al Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados
a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos
a los que ustedes se los retengan»
Juan 20:22-23
Domingo de la Divina Misericordia
En este segundo domingo de Pascua, Fiesta de la Divina Misericordia, el Evangelio de Juan presenta dos situaciones que afectan la fe y la vida de comunidad. Por un lado el miedo de los discípulos que los lleva al ocultamiento, y por otro, la autosuficiencia que sólo se fia de lo comprobado por sí mismo tal como sucede a Tomás, uno de los doce, que no cree que Jesús Resucitado se ha aparecido a sus compañeros.
A los discípulos encerrados por el miedo, por todo tipo de miedo, Jesús les da el Espíritu Santo y los pone ante el gran desafío de lanzarse a perdonar pecadores, de ir a reconciliar. Y no puede ser de otro modo, porque sólo a fuerza de perdón y reconciliación es como salen las personas de sus parálisis.
Y a Tomás, quien debía tener cierto liderazgo en el grupo, el Señor también lo desafía diciéndole: ven y comprueba mis marcas y empieza a creer. Es decir, aprende a fiarte, cree en lo que viven y comunican los compañeros, y así serás creyente, así comenzarás a tener fe.
En este día estamos celebrando el Domingo de la Divina Misericordia. Esta devoción se fue propagando por medio del diario de la monja polaca santa Faustina Kowalska, conocida como Apóstol de la Misericordia, y fue San Juan Pablo II, al canonizarla santa Faustina el 30 de abril del 2000, quien proclamó la fiesta de la Divina Misericordia, a celebrarse todos los años el segundo domingo de Pascua.
Dios es infinitamente Misericordioso, pero tambien infinitamente Justo. Su Justicia y su Misericordia van juntas. Pero a través de esta Santa de nuestro tiempo nos hace saber que por el momento, para nosotros, tiene detenida su Justicia para dar paso a su Misericordia.
Apariciones a los discípulos
Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: «¡La paz esté con ustedes!». Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado.
Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: «¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes».
Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió «Reciban al Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan».
Jesús y Tomás
Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: «¡Hemos visto al Señor!». El les respondió: «Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré».
Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: «¡La paz esté con ustedes!».
Luego dijo a Tomás: «Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe». Tomás respondió: «¡Señor mío y Dios mío!». Jesús le dijo: «Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!».
Finalidad del evangelio
Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro. Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre.

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Un pensamiento en “Domingo de la Divina Misericordia

  1. Blanca 11/04/2021 en 13:06 Reply

    Jesús le dijo: «Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!».

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