El que quiera servirme que me siga
«Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser glorificado»
Juan 12:23
Morir para vivir
Jesús se acerca el tiempo de tu «hora» y sientes angustia y gozo, porque ves en ella dolor y gloria a la vez. Ayúdame a compenetrarme en tus sentimientos y en tu visión, para que sea capaz de experimentar tu «hora» en mi corazón.
Hablas de tu «hora» como el grano de trigo que muere en la tierra para germinar en espiga, porque sabes que al morir no sólo no caerás en el olvido, sino que darás más vida. Es la hora de tu triunfo, porque tuviste que morir para vencer la muerte con tu resurrección y someter al Adversario que tiraniza al mundo, al tiempo que lleno de gloria junto al Padre atraes hacia ti todo cuanto existe.
Tú nos muestras cómo, muriendo, adquirimos la vida. ¡Qué grande es la muerte desde esta perspectiva!. Pero no se trata sólo de morir al final de la vida, sino como tú, morir día a día a los contravalores del reino, al egoísmo y la mentira, a la falsedad y la pasividad, al dominio de ideologías y las personas sobre nosotros.
Lléname de tu amor para que sepa morir como tú. Hazme ver qué clase de actitudes, sentimientos, deseos o acciones quieres que «muera», y fortaléceme para que tenga el valor de dejar lo que me impide amar y dar frutos de vida eterna contigo.
Juan 12:20-33
Jesús anuncia su glorificación por la muerte
Entre los que había subido para adorar durante la fiesta, había unos griegos que se acercaron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le dijeron: «Señor, queremos ver a Jesús». Felipe fue a decírselo a Andrés, y ambos se lo dijeron a Jesús.
El les respondió: «Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser glorificado. Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto. El que tiene apego a su vida la perderá; y el que no está apegado a su vida en este mundo, la conservará para la Vida eterna. El que quiera servirme que me siga, y donde yo esté, estará también mi servidor. El que quiera servirme, será honrado por mi Padre. Mi alma ahora está turbada, ¿Y qué diré: «Padre, líbrame de esta hora? ¡Sí, para eso he llegado a esta hora! ¡Padre, glorifica tu Nombre!».
Entonces se oyó una voz del cielo: «Ya lo he glorificado y lo volveré a glorificar». La multitud que estaba presente y oyó estas palabras, pensaba que era un trueno. Otros decían: «Le ha hablado un ángel». Jesús respondió: «Esta voz no se oyó por mí, sino por ustedes. Ahora ha llegado el juicio de este mundo, ahora el Príncipe de este mundo será arrojado afuera; y cuando yo sea levantado en alto sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí». Jesús decía esto para indicar cómo iba a morir.
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