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Feliz Año Nuevo

Feliz Año Nuevo
“El Señor te bendiga y te proteja,
haga resplandecer su rostro sobre ti y te conceda su favor.
Que el Señor te mire con benevolencia y te conceda la paz”

Números 6:24-26

Al término de este año y a punto de comenzar el nuevo, estamos invitados a reemprender nuestra capacidad de crecer como personas, como grupo humano y como Iglesia. Y para lograrlo, Dios nos ha entregado ya, en primer lugar, la vida de su Hijo Jesús, que es Buena Nueva de Salvación. Pero al mismo tiempo, Dios entabla un diálogo concreto con cada persona a través del Espíritu Santo.

Dios nos habla mediante dos lenguajes complementarios: su consuelo y su silencio. Cuando Dios nos habla, nos descubrimos profundamente amados, perdonados, sanados, llamados y enviados, y esto es la vida y la alegría. Y cuando Él se calla (su silencio), nos encontramos interpelados para que seamos nosotros mismos y para que dejemos a Dios ser Dios, y no un Dios a nuestra medida.

Que nos atrevamos a re-encender la vida en el amor, el servicio, la solidaridad y la esperanza.

«la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Esa Palabra es renovadora. Es fortaleza. Con Ella, con Jesús, nunca podremos ser pesimistas en las metas que nos propone Dios. Por ella y con ella podemos lograrlo.

¡ Feliz Año Nuevo !

Feliz Año

Feliz Año

El deseo de felicidad es una hermosa manera de iniciar el año. Los discípulos de Jesús, además de un buen deseo, acudimos a aquel que puede contribuir a la felicidad y a la paz.

Nuestro mensaje de felicitación es éste:

«El Señor te bendiga y te proteja,
haga resplanceder su rostro sobre ti y te conceda su favor.
Que el Señor te mire con benevolencia y te conceda la paz»
Números 6:24-26

Señor,
al comenzar un año nuevo,
te doy las gracias por este “talento” que pones en mis manos,
te pido la gracia de tu bendición para que lo viva, lo aproveche y lo disfrute,
en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo;
y con la ayuda maternal de la Virgen María lo celebre en la oración
y en la vida familiar, social, económica y política.
¡ Feliz Año Nuevo !

La envidia de Aarón y María

¿ Has sentido envidia de alguien ?

La envidia entristece ante el bien del prójimo y causa alegría si le va mal. Es una lepra peligrosa que afecta a la vida, causa divisiones en la comunidad y hiere a otras personas. El amor auténtico cura la envidia porque le damos a Dios su lugar en el corazón.

La envidia de Aarón y María
Números 12: 1-15
Aarón
María, ¿sabes? A veces Moisés me enfada. Se le olvida que también a nosostros nos interesa el bien del pueblo.
María
Pues sí. Todos somos el pueblo escogido, no sólo Moisés. Y, por si fuera poco, se casa con esa extranjera, como si una israelita no fuera tan buena o mejor.
Aarón
Y luego anda siempre tan creído. Todo mundo sabe de su relación especial con Dios, y aunque no es fácil ser líder, ya no soporto que se crea mejor que los demás.
María
Lo más molesto es que acapara a Dios, como si fuera su único mensajero.
Aarón
¡Exacto! ¡Como si nosotros no contáramos! ¿Qué tal si Dios me habla? ¿Tú crees que Moisés me va a hacer caso como a nosotros a él? ¡Lo dudo!
¿ Sientes envidia de alguien ?
Pide a Dios que te ayude a descubrir tus dones, a usarlos para el bien de tus hermanos y a reconocer los dones del otro con generosidad y nobleza

Dios te bendiga

Esta antigua bendición

pide a Dios que nos muestre su rostro,
según el rico significado que tenía el rostro para los israelitas.

«El Señor te bendiga y te guarde… te muestre su rostro y te dé la paz»
Números 6: 24-26
Dios te bendiga
Buscamos su rostro para encontrarnos cara a cara con él y vivir en su presencia, protegidos, armados y llenos de su bondad.

«El Señor te bendiga y te guarde». «El Señor haga brillar su rostro sobre ti y te conceda su favor». «El Señor te muestre su rostro y te dé la paz».

Las tres invocaciones anticipan la bendición trinitaria del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo entre los cristianos.

Como esta bendición anuncia y anticipa la paz y la satisfacción de nuestros anhelos más profundos, se recuerda el primer día del año.

En ambiente de oración, abre tus manos a Dios para simbolizar tu apertura a recibir su bendición. Recíbela con mucha devoción y gozo.

Guárdala y atesórala en tu corazón para que sientas la presencia de Dios cada vez que veas reflejada su bondad, su belleza, su amor… en el rostro de las personas.

Números 6: 22-27